La
desertificación es un proceso de degradación ecológica en el que el suelo
fértil y productivo pierde total o parcialmente el potencial de producción.
Esto sucede como resultado de la destrucción de su cubierta vegetal, de la
erosión del suelo y de la falta de agua; con frecuencia el ser humano favorece
e incrementa este proceso como consecuencia de actividades como el cultivo y el
pastoreo excesivos o la deforestación.
Según datos del Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el 35% de la superficie de los
continentes puede considerarse como áreas desérticas. Dentro de estos
territorios sobreviven millones de personas en condiciones de persistente
sequía y escasez de alimentos. Entre muchas cosas se considera que la expansión
de estos desiertos se debe a acciones humanas.
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